JUDIT CALVO Los alumnos de Educación Infantil, Primaria y Secundaria de la capital han cerrado sus libros de texto hasta septiembre. Llegaron las ansiadas vacaciones para los más pequeños de la casa, que se tomaron el último día de clase como una fiesta, aunque algunos no tenían tan claro querer pasar tanto tiempo sin ver a sus compañeros, «¿el lunes ya no venimos al cole», preguntaba un alumno de Infantil a su padre, «le hemos estado advirtiendo de que llega el verano y no va a venir al colegio, porque la verdad está encantado», asegura su padre, que tendrá que «hacer malabares para que el niño no esté solo en vacaciones. Entre mi mujer y yo nos tenemos que apañar porque los abuelos viven fuera de Zamora», señala.
En el colegio San José de Calasanz la jornada se dedicó ayer a la presentación de coreografías, bien aprendidas por parte de los alumnos, y a la realización de actividades de ocio en las que también participaron los padres de los estudiantes.
En «La Milagrosa», por su parte, los estudiantes realizaron la recolecta de ajos y cebollas del huerto escolar, que cuidan durante todo el curso, antes de marcharse de vacaciones. Los alumnos llegaron ayer a sus casas con un complemento extra a la alegría por dejar de madrugar: bolsas repletas de los productos que, de forma ecológica, han cultivado, regado y mimado durante varios meses en la finca del colegio con la ayuda de los profesores del centro.
Pero los boletines de notas han sido sin duda lo peor del último día de clase. En las salidas de los institutos de la capital se vivieron ayer momentos de llantos, pero también muchas alegrías por las calificaciones obtenidas después de diez meses de clases. Puntuaciones justas para unos y no merecidas, según la opinión de otros, pero que marcarán el verano de los estudiantes, que podrán disfrutar plenamente de sus vacaciones, o por el contrario, tendrán que seguir repasando las lecciones durante los meses estivales para aprobar todas las asignaturas en septiembre.
Estén en una u otra circunstancia, los estudiantes, ya libres de las ocupaciones que los mantenían atareados durante el curso, comenzarán a disfrutar de «la piscina, los amigos, el pueblo, las vacaciones con mis padres, el campamento... ¡qué ganas tenía!», señalaban a la salida de los institutos.
Tres meses por delante para descansar y llegar a septiembre renovados, con muchas novedades para contar a los compañeros.