La foca de mi patio. Por Benjamín Charro

LA FOCA DE MI PATIO

En un rincón del patio de mi colegio, desde hace ya muchos años, vive una enorme foca de enormes bigotes y piel suave como la seda. Los niños le han puesto por nombre ROmina. Ella quiere mucho a los niños y los niños la adoran. su color, a veces, hasta se confunde con el azul del cielo. Hata cabría decir que tiene alas y quiere aprender a volar. Tal vez lo único que pretanda es un dia volver a la mar a juntarse con los suyos. Como todos, por Navidad, ella también desea volver a su casa que es la mar.
Recuerdo una tarde de invierno cuando un grupo de niños se acercó a ella con la intención de solicitarle algún deseo que ella siempre se comprometía a cumplir, pues su educación en la escuela de la mar había sido demsiado exquisita como para no atender las peticiones de los más pequeños. Todos querían jugar con ella. Con ella aprendieron a soñar, a jugar, a cantar y hasta que la escuela es la mar de la libertad donde se cumplen todos los deseos que se esconden entre el bosque de los cuentos que duermen en la biblioteca y entre los libros del aula.

Un día, uno de los niños más pequeños, sacó un puñado de galletas y se las ofreció a la pobre ROmina que las aceptó con un enorme agradecimiento moviendo sus sedosos bigotes. Poco a poco la pequeña se fue dando cuenta que la amistad como la que la foca le había ofrecido era la más pura de las amistades y por eso cada día se acercaba a hacerle compañía y a contarle historias que iba coleccionando en la escuela. La foca, como podéis suponer, terminó siendo su mejor amiga. Hoy la niña ha crecido y continúa, de vez en cuando pasando por el patio de su colegio tan sólo para abrazar a su foca, su mejor amiga en el colegio. Aquella pequeña niña que cada día acudía al colegio para contarle historias a la foca hoy es su cuidadora, su veterinaria poreferida y en ella confia con toda sus fuerzas. Un día que la niña ya crecida había tardado un tiempo en volver a pasar por el patio de su colegio, la foca amaneció con unos enormes lagrimones helados sobre su orgullosa y altiva mejilla resbaladiza. Fue la primera de las veces que vi a a la pobre foca llorar. se le notaba triste y apenas si parecía tener ganas de soñar. Los niños también se dieron cuenta y poco a poco entre caricias y sonrisas lograron devolverle la esperanza a la pobre Romina.

Aquella foca, durante tantos años viviendo en el patio de un colegió logró conocer a muchos niños de los que aún guarda un entrañable recuerdo que nunca olvidará aunque un día vuelva de nuevo a la mar para reunirse con lo suyos.

Aún recuerdo aquella navidad en que la miseria se había apoderado de todas las familias y apenas si los niños pudieron tener sus deseados Reyes. Fue la foca la que durante las noches de aquellos días se encargó de solicitar a los Reyes juguetes y buenos deseos para todos los niños . a pesar de la miseria que reinaba todos los niños pudieron tener su mágica noches de Reyes con la esperanza infantil que se renueva cada año. Quizá fuesen las navidades mas felices que jamás la foca haya disfrutado en el patio del colegio. Ella nunca deseo regalos porque sólo soñaba con que un día, los niños a los que había conocido llegasen a ser personas honradas y buenas.

Hoy, la foca, ha vuelto de nuevo a la mar donde ya disfruta con los suyos y cuenta historias y cuentos a los peces sobre la escuela del fondo del mar.


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